viernes, 6 de agosto de 2010

Quedan menos de 100 kilómetros

En la humilde cuneta de una carretera local, entre Brea y Ferreiros, frente a una hilera de robles: el mojón que marca el kilómetro 100. Santiago queda a tiro de piedra.

La etapa de hoy ha sido una maravilla: un dédalo de caminos, pistas, "corredeiras", sendas y carreteras imposibles de deshilvanar si no fuera por las características flechas amarillas que guían a Santiago. Una cadena de aldeas (fantasma) que apenas ofrecen vida, servicios, movimiento. Han sido, pues, 30 kilómetros desde Sarria hasta Gonza, pasando por Barbadelo, Rente, Brea, Ferreiros, As Rozas, Mercadoiro, Vilachá y Portomarín.

Esta última, curiosa. El pueblo original (que estaba formado por dos barrios, el de San Pedro y el de San Nicolás), a ambas orillas del río Miño, está desde 1960 bajo las aguas del actual pantano que lo rodea. Lo que hoy he visto (primera foto) es el nuevo pueblo que se construyó para realojar a los vecinos. Sólo se salvó la Iglesia-fortaleza de San Nicolás (segunda foto), que se trasladó piedra a piedra; así como la balconada del Ayuntamiento, y el pórtico de la Iglesia románica de San Pedro. Cosas de la vida. Y de la acción del hombre. Bueno, y de la ilusión constante que tenía Franco por inaugurar embalses, supongo.

En Portomarín hemos hecho una parada, a comer unos deliciosos bocatas de tortilla francesa con queso de cabra que ayer nos hizo Tamara, mientras mojábamos los pies en el pantano. Después, una naranja, y ocho kilómetros más hasta Gonza; donde a punto estoy de dormir (estos tres están sopa ya).

Por cierto, los paisajes, los pueblos, y los senderos: una pasada.

Mañana a Melide. Mañana, ¡más!



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1 comentario:

  1. No es grande aquel que nunca falla si no el que nunca se da por vencido

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