¡Pero! A las dos y cuarto ha aparecido un buen hombre, para contarnos que los hospitaleros se habían marchado por un problema familiar. Pues nada, a cuatro kilómetros está el siguiente albergue.
¿Albergue? ¿Albergue? Llegas a las tres de la tarde, con el cansancio (todo esto entre montañas, que ya se ha acabo el plano horizontal), con el calor... y te presentan una comuna hippie, con gente semidesnuda, gatos, perros, cabras y gallinas, sin agua ni electricidad... ¡¡Y sucio!! Lo siento, pero era como para llorar.
Cuatro de la tarde. Sol abrasador. Montaña. Bajada en picado (rodillas, dolor). Y siete kilómetros (más) hasta el siguiente albergue. Pues a cantar otra vez: que si la Salve de la Almudena, que si un chotis, que si el Sarandonga... El Acebo, ¡¡porrrfín!! Un pueblo maravilloso, un albergue maravilloso, un hospitalero maravilloso.
Pese a eso, un paisaje de película. ¡¡Se acabó la eterna y fatigosa llanura castellanoleonesa!! Se acabaron los páramos sin sombra calcinados por un sol de justicia. La línea del horizonte ha cambiado su atrezo, y ha formado los Montes de León. Pueblos bien conservados. Sin ataques urbanísticos. Con encanto.
Y uno de los puntos mas emblemáticos del Camino: la Cruz de Fierro. La cota más alta del Camino: 1.500 metros. En punto donde, a base de depositar piedras en el "milladoiro" que sirve de base al crucero para pedir protección en el viaje, los peregrinos han conseguido dejar limpio el camino de cantos. Por desgracia, ante la ausencia de mas piedras, en los últimos años parece que se ha puesto de moda dejar cualquier cosa. Una verdadera pena, porque la base del crucero se ha convertido en un estercolero, y confirma que cierto tufillo a romería iconoclasta y festiva está sustituyendo el verdadero espíritu de la peregrinación.
El resto de la bajada, acompañada de un paisaje despoblado y misterioso, pero con el aire limpio de la montaña, da la bienvenida a El Acebo, que con su maravillosa calle Real da la bienvenida a la comarca de El Bierzo.
Creo que me he pasado con las descripciones, y se me ha ido el tiempo en un suspiro. Mañana, Ponferrada (Pons Ferrata), donde a las dos llega mi queridísima Elena, más hermana que amiga, para llegar hasta Santiago. ¡Viva!
Esto se anima. Mañana más.
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