Santiago Apóstol, Patrón de España. Gracias a él hago hoy este Camino. Gracias a él, Europa empezó a construirse hace más de 1200 años, cuando llegó Carlomagno con los primeros peregrinos.
Los que lo hacen ahora tienen razones culturales, religiosas, turísticas o de ocio. Pero antes sólo se hacía por devoción. Cientos de kilómetros de ida y vuelta para pedir un favor, para agradecer una buena nueva, o como consecuencia de una promesa. Hoy, pocos se mueven por razones religiosas. Pero de entre los que lo hacen, casi todos lo hacen para conseguir un favor. Un favor por el bien de otro. Hay gente extraordinariamente mayor, o con dificultades físicas, que aún y todo, lo van a terminar. Juan, de Castellón de la Plana, tiene 79, y lo hace por su mujer. Un tal Pepe (me lo contó ayer el cura de Corrión), tiene 84 y lo hace por sus nietos. Me fascinan.
Ha sido un día duro. Especialmente duro. He completado la jornada más larga desde que empecé la ruta: 41 kilómetros de sol, de paisaje contínuo, de paseo paralelo a una carretera nacional. De esos 41, 17 km han sido sin un sólo pueblo, un reto de soledad. La nada. Campos interminables, y una egoísta línea en el horizonte incapaz de conceder otra cosa que falsas esperanzas. Penitencia. He ajustado mi mente y me he armado de paciencia.
Pero ya estoy en Sahagún, provincia de León. Atrás quedó Palencia. Apenas me quedan 390 kilómetros hasta Santiago, apenas quedan 14 días para susurrarle al Apóstol mi deseo, la petición más necesaria en estos momentos.
Y mientras los días pasan, las experiencias aumentan. Las charlas con los mayores de los pueblos siguen enseñándome sobre la historia de nuestra nación. Las Iglesias siguen demostrándome la riqueza arquitectónica de nuestro norte peninsular. Las sendas romanas me recuerdan la importancia histórica de nuestro país. Experiencias de todo tipo que, junto con la generosidad y las sonrisas de la gente de los pueblos, hacen que cada día el Camino me guste más.
No he terminado, y ya quiero repetir.
Ea.
Enviado desde mi dispositivo BlackBerry® de Orange.
Para empezar un gran proyecto, hace falta valentía. Para terminar un gran proyecto, hace falta perseverancia
ResponderEliminar